¿A que no adivinas quién escribió este texto?

Estimad@s lector@s, el texto que estás leyendo es la historia de una experiencia que tuvimos en el seminario Escritos de mujeres de los siglos XVI al XVIII. Todo empezó cuando nos invitaron a participar en la 38 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.  Por lo que nos preguntamos ¿qué podríamos hacer en nuestra participación? Lo que más nos importaba era difundir a las escritoras y sus escritos, pues uno de nuestros objetivos como seminario es resarcir la palabra de las mujeres a la historia al publicar sus obras inéditas. Tomando como base esto decidimos elegir un tema que todo mundo conoce: la infancia. Decidimos para este taller acercar a la gente al pasado de la mano de nuestras escritoras y sus infancias.

Llamamos al taller “Las niñas que fuimos. Juegos y experiencias infantiles de las escritoras de los siglos XVI al XVIII”.  El taller se presentó el  25 de febrero de 2017. Poco tiempo después el IISUE nos invitó a impartir el taller de nuevo; en esta ocasión en el marco de las jornadas de la UNAM por la equidad de género. La segunda vez que presentamos este taller fue el  17 de mayo de 2017.

El taller consistió en la lectura de algunos fragmentos de los textos de Teresa de Ávila e Inés de la Cruz en los que ellas hablaban de sus infancias. Explicamos cómo eran las ciudades en las que vivieron y mostramos qué cosas se leían en la época.

Teresa de Ávila

Al finalizar el taller pedimos a quienes asistieron que respondieran a las preguntas ¿tú a que jugabas? Y ¿cómo hubieras jugado de haber nacido a principios del siglo XVI? Las respuestas que obtuvimos fueron variadas. Leímos, reflexionamos y hallamos una constante que queremos mostrarte:

Al imaginarse jugando las mujeres se concibieron como exploradoras, constructoras, ermitañas y hablando con otras personas.


Ejemplo:

“Yo habría pasado imaginado historias, escribiendo sobre aventuras, me habría gustado salir a espacios abiertos, si hubiese podido, cabalgar y leería muchos libros.

Los hombres por su parte se concibieron como reyes,  conquistadores, guerreros y ermitaños.”


Ejemplo:

“¿A qué jugaba yo?

Pues si yo hubiera vivido en aquella época, lo que haría principalmente sería ser ermitaño, ya que las anécdotas que se cuentan en los libros son interesantes; aparte de que me gusta explorar, me gusta estar solo, y pues esas historias me gustaría vivirlas, me hubiera gustado salir al patio a construir ermitas con cosas que encontrara en el patio (palos, piedras, etc.) y tal vez algo atrevido, ir al exterior de las murallas para así poder hacer lo más parecido a un ermitaño, tal vez también me hubiera gustado a ser rey de aquellas épocas, a que gobernaba toda España, con mi corona, un gran trono de oro, etc. Pero lo que yo jugaba cuando era niño, me ponía  a jugar con mi imaginación a ser héroe, ser un soldado de guerra, me gustaba ser lo que me imaginaba.”


En cuanto a la escritura las mujeres narran su protagonismo con relación a otras personas


Ejemplo:

“Cómo hubiera jugado de haber nacido a principios del siglo XVI

Si no hubiera vivido en la tierra de moros, jugaría a investigar que hay más allá de lo prohibido, con atención caminaría por los rincones de aquel lugar y captaría todo lo que estuviera en mi entorno, desde cómo se visten, qué es lo que comen y con un poco de atrevimiento conversaría con algunos niños para que me compartan sus sentimientos más profundos.”


De lo anterior concluimos que:

1. Hay una diferencia entre cómo escriben y se conciben los hombres y cómo escriben y se conciben las mujeres así mismas.

2. Para los hombres es algo natural la apropiación y el manejo del espacio público, es decir, las mujeres hacen hincapié en jugar a salir de sus casas a tener aventuras y explorar,  se concentran en describir ese salir. Los hombres dan por sentado que en sus juegos tienen que salir, y se concentran en realizar una hazaña heroica.


Ejemplo:

“¿a qué jugaría entre XVI-XVIII?

Si lo pienso desde mi yo actual seguro hubiera ido a la aventura, no sé si tal cual ser ermitaña, o bien, salir simplemente a explorar el mundo. Tal vez eso, jugar a ser exploradora e intentar serlo.

Sin embargo, recuerdo que cuando era niña me daba miedo la calle, me era tormentoso que le hicieran un encargo a mi hermano y él, malvadamente, me mandara a mí a hacerlo. Veía la calle como un peligro.

Espero que entre los siglos XVI y XVIII eso no me hubiera parado, tal vez teniendo a Teresa o Inés como amigas me hubiera armado de valor.

Eso sí, nunca olvidando un botecito para tomar agua.”


Para un hombre, el ser héroe implica luchar con armas y ganar, y para una mujer ser una heroína es ayudar a otros incluso aunque eso implique dar lo suyo.


Ejemplo:

“Jugaba a imaginar historias dónde yo algún día las realizaría. Soñaba con salir a pelear y vencer al dragón. Así me ganaría el respeto de todo el pueblo; hablarían de mí y entraría a la historia por vencer al dragón.

Tomaría mi espada y le cortaría las alas al dragón con la zozobra de saber sino me incineraría antes de acercarme.

Sus alas eran gigantes, como mis ganas de luchar, si vencía al dragón sería mío el castillo y todos los tesoros que escondían.”


Ejemplo:

“Si hubiera vivido mi infancia en el siglo XVI, mis juegos serían los mismos que la mayoría de los niños, pero con algunos cambios:

De ser mártir, quizá sería por defender los derechos de los otros y otras.

De ser ermitaña, sería por dar a otros lo que pudiera conseguir (tipo heroína), y luchar por el bien ajeno. Hasta dar lo mío.

Ambos juegos no serían para agradar a Dios, sino por jugar con la imaginación y darle vida a otros escenarios… ¡más divertidos!”


Al final este taller nos hace pensar ¿qué significa para las demás tu forma de concebirte respecto al mundo? Es fuerte que para unos la forma de pensarse sea siendo el rey, y matando a otros, aunque sea en un juego, este ejercicio muestra que algunos interactúan con otros y con el entorno por medio de relaciones jerárquicas y violentas.


Ejemplo:

“Me cuesta trabajo imaginar a qué jugaría en aquella época, porque esto está dicho desde el punto de vista de las mujeres. Sin embargo, puedo imaginarme que era un caballero o un cruzado que combatía a los moros que conquistaba sus tierras. Podría pedirle a un compañero de juego que fuera el moro; que yo lo atacaba, lo descabezaba.”


Esto contrasta con los juegos que se enfocan en la aventura, la imaginación y la relación con otras personas.


Ejemplo:

“¿Cómo jugaría yo, una niña del siglo XX-XXI, con una niña del siglo XVI-XVIII? Seguramente, mi amiga del pasado se sorprendería más con mis juegos que yo con los suyos, porque ella no tendría acceso al futuro como yo lo tengo al pasado. Aún así, pienso que podríamos entendernos y divertirnos. ¿A qué niña no le emociona jugar e imaginarse ser algo que no es? Probablemente jugaríamos a construirnos una casa que no es la nuestra, porque eso siempre es divertido por alguna razón. Algún reto inventaríamos, en el que cada una tendría un papel. El objetivo sería sentir la emoción y la adrenalina de una aventura imaginaria que nos sacara de nuestra realidad cotidiana.”


Esto no quiere decir que todos los hombres, ni todas las mujeres piensen así pero, el taller mostró algunos de los patrones de diferencia sexual con los que hemos crecido. Identificar y reflexionar esos patrones en nosotras mismas y nosotros mismos, nos permite transformar y construir las formas en que nos relacionamos con nosotras mismas, con otras y con el mundo.

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Seminario Escritos de Mujeres siglos XVI al XVIII

Ociel Adame

Rebeca González